Fermín Cabanillas | Huelva (EFE).- Lucía Jiménez no sonríe durante hora y media, y quizás es lo que más llama la atención de su personaje en ‘El cuento del lobo’, aunque visto el desarrollo de la película, tiene su justificación: “¿Hacemos todo lo necesario contra la violencia machista?”, se pregunta.
Lo explica en Huelva en una entrevista con EFE, donde se presenta la película en la sección oficial del Festival de Cine Iberoamericano, compartiendo pantalla con Daniel Grao, Paco Tous y María Romanillos, en un ‘thriller’ psicológico con todos los ingredientes “de una película de Hitchcock, aunque también hay gente que le suena a Bergman, con pocos personajes y muchas cosas que pasan al mismo tiempo”.
Para empezar, se trata de una película cuyo rodaje íntegro se llevó a cabo en distintas localizaciones de Tenerife, y adapta al cine ‘Duda razonable’, obra del escritor y dramaturgo Borja Ortiz de Gondra.
Dirigida por Norberto López Amado, plantea “un conflicto moral: ¿Qué se hace cuando se tiene delante un caso de violencia machista, y no sabes si lo mejor es denunciarlo o no?”.
En esa disyuntiva se mueven Olga y Javier, una pareja de clase media que presencian cómo la chica que va a limpiarles la casa recibe mensajes amenazantes en su móvil. Ante esta situación, deciden intervenir, enfrentándose así a un repentino cambio de vida.
Pero todo cambia con la aparición del padre de la chica, interpretado por Paco Tous, que es parte de un problema, o quizás de la solución, en una película donde “se describen fronteras entre lo público y lo privado”.

“Ya no podía ser más seca”
Lucía Jiménez llega sonriendo al Festival de Huelva. Es su estado natural, y no hace falta pensar mucho para entender cómo de difícil fue su trabajo para interpretar “un personaje muy duro, muy frío y muy bloqueado emocionalmente”.
“Me costó, porque soy muy alegre y super expresiva, y tuve que hacer un trabajo muy importante de quitarme toda expresión de mi cara”, explica sobre su trabajo en la película, donde hay escenas de mucha tensión y su personaje roza el límite para mantener el rictus en pantalla.
“El director me decía que eliminara más expresiones, y yo pensaba que no podía ser más seca”, dice, y rememora cómo en «El cuento del lobo» muestra “a una niña, que en realidad es la que limpia en casa, de la que se descubren muchas cosas, que se la conoce de otros sitios, y se crea una bonita relación entre ellas”.
Lo define como “una relación madre-hija (Olga no tiene hijos y la chica no tiene o con su madre), y surge “la necesidad de ayudarle, de hacer lo posible para denunciar las amenazas que está teniendo”, en una película “que abre muchos melones”.
Qué hacer si no es el momento de ayudar
Y es que “todas las personas conocen a alguien que puede estar en esta situación, y se plantea la gran pregunta”, porque “si no te piden ayuda, ¿tienes que ayudar?, y esa pregunta se la hacen los personajes”, porque “¿y si no ayudas ayudando?”, o “y si la chica no está preparada para recibir ayuda o no es el momento”.
Normalmente, todo el mundo contestaría que “iría a la Policía inmediatamente”, pero a lo largo de ‘El cuento del lobo’ los personajes se cuestionan muchas cosas “en una película con mucho conflicto emocional, donde es alucinante que en una hora y media no paran de pasar cosas”.
“El poso que te deja es que no hacemos lo suficiente, que miramos para otro lado”, explica la actriz segoviana, que concluye su entrevista con una frase que se contesta al ver la película: “Te das cuenta de que hay preguntas que no tienen una única respuesta”. EFE