Vista de Velintonia, la que fue casa de Vicente Aleixandre. EFE/Fernando Alvarado/Archivo

Velintonia, la casa de Aleixandre que fue un refugio de poetas y una isla de libertad

José Luis Picón I Málaga, (EFE).- Velintonia, la casa madrileña que Vicente Aleixandre habitó durante más de cincuenta años, sufre actualmente un prolongado abandono, pero durante buena parte del siglo XX fue un lugar obligado de peregrinaje para poetas de varias generaciones y una isla de libertad en las fases más oscuras del franquismo.

El largometraje documental ‘Velintonia 3’, escrito y dirigido por Javier Vila, se estrenará en una sesión especial del 28 Festival de Málaga el próximo 20 de marzo.

«Entrar en la casa ha sido muy difícil, y eso complicó la logística de producción y el rodaje. Se abrió una subasta justo cuando se iba a rodar, con lo que no se podía acceder, pero al final la insistencia llevó a buen puerto», explica Vila en una entrevista con EFE.

Añade que la casa «parece estar siempre de actualidad», porque ha habido ofertas de la istración pública para adquirirla que se rechazaron por los herederos de Aleixandre, que mantienen posturas distantes sobre el futuro del inmueble.

«Ahora parece que hay un movimiento, porque la casa es actualmente Bien de Interés Patrimonial (BIP), por lo que no se puede destruir, pero se puede destinar a cualquier uso, incluso no cultural, y si se declarara Bien de Interés Cultural (BIC) se debería mantener el uso que tuvo y podría volver a ser la casa de la poesía que fue», precisa el director.

Una reivindicación silenciosa

Vila considera que mostrar el presente de la casa «es una reivindicación silenciosa» y que su documental es también «un ejercicio coral entre muchas personas de recuperación de la memoria de Aleixandre».

Velintonia Aleixandre
Javier Vila, director de un largometraje documental sobre Velintonia, la casa de Vicente Aleixandre. EFE/ Raúl Caro

«Es verdad que la casa fue especialmente importante en su vida, y es el hilo narrativo que va cosiendo las distintas historias», agrega.

Entre el abundante material que han manejado destacan las cartas, «que eran la tecnología de la época», y que, con un estilo «tan confesional como el de Aleixandre, que hablaba sin tapujos de sus sentimientos», permiten acercarse de una manera diferente a su intimidad y a la de otros poetas.

Esa casa era el lugar, por ejemplo, donde se encontraban los grandes poetas de la Generación del 27, en reuniones en las que Lorca tocaba el piano y era el centro de atención, o donde visitaba a Aleixandre quien se le presentó como «pastor de Orihuela», Miguel Hernández, que siempre le llevaba naranjas.

Un faro en el franquismo

«Después, en el franquismo, fue una especie de faro, porque todos los amigos de Aleixandre estaban muertos o en el exilio, y se acabó convirtiendo en una luz para quienes estaban fuera y para la gente de la cultura, un lugar importante en la época oscura de la dictadura».

Velintonia Aleixandre
Interior del domicilio de Vicente Aleixandre en el número 3 de la calle Velintonia en una imagen de archivo. EFE/tb

Porque el poeta sevillano era «quien mantenía en o a los poetas del exilio, y la casa tuvo una parte simbólica, como una especie de resistencia de la cultura anterior al franquismo».

Años después, con la entrada de Aleixandre en la Academia en 1949, «se volvió intocable», y su casa se convirtió «en una especie de sitio al que debía peregrinar cualquier joven poeta que se preciara».

«Cuarenta años después, en el rodaje del documental, quienes entonces tenían 18 o 19 años han vuelto a entrar en la casa, porque muchos de ellos habían estado allí por última vez el día del velatorio de Aleixandre», en 1984.

Testimonios de lujo

Vila considera «un lujo» contar con el testimonio de figuras como Vicente Molina Foix, Guillermo Carnero, Marcos Ricardo Barnatán, Antonio Colinas, Jaime Siles, Javier Lostalé, Rosa Pereda o Dionisio Cañas, además de los actores Antonio de la Torre, Ana Fernández, Manolo Solo y Mona Martínez para la lectura de los textos.

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Vista de la fachada de «Velintonia» la casa de Vicente Aleixandre en Madrid. EFE/ Gema García/Archivo

El documental recoge además cómo el Nobel a Aleixandre en 1977 se interpretó «como una especie de reconocimiento a toda la Generación del 27, porque se cuenta que no se sabía si sería para Jorge Guillén o para él, y también a un símbolo de la resistencia contra el franquismo, además de premiarse un momento de apertura del país».

Según Vila, uno de los objetivos del documental es «que aporte y provoque algo». «Una de las tramas es proyectar una especie de futuro hipotético en el que Velintonia vuelva a ser la casa de la poesía, que el jardín vuelva a estar abierto y que vuelvan a pasar cosas». EFE