Una moneda de 500 pesetas, una casa a la que no volverá, un olor de la infancia y su madre. Son algunos de 'Los adioses irremediables' de la escritora grancanaria Gloria Oliva (1964) que dan nombre a su último poemario publicado, que se presenta este viernes en la Biblioteca Insular, un libro donde, explica la autora, "cada verso es un adiós". EFE/Ángel Medina G.

‘Los adioses irremediables’, el nuevo poemario de Gloria Oliva donde cada verso es una despedida

María Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria (EFE).- Una moneda de 500 pesetas, una casa a la que no volverá, un olor de la infancia y su madre. Son algunos de ‘Los adioses irremediables’ de la escritora grancanaria Gloria Oliva (1964) que dan nombre a su último poemario publicado, que se presentó este viernes, 1 de marzo, en la Biblioteca Insular. Un libro donde, explica la autora, «cada verso es un adiós».

«Hablamos de esos adioses que no son temporales, no es un adiós por un día, por una semana o por un mes, son definitivos y no hay vuelta atrás. Ese adiós es muy distinto a un hasta luego, donde cabe la posibilidad de vernos, de encontrarte, de volver a retomar donde lo dejaste, aquí no cabe», explica Gloria Oliva en una entrevista a EFE.

A pesar de que sea su tercer libro, se trata de su primer poemario, 33 poemas que quedaron guardados en un cajón a la espera de que llegara su momento, tras ser creados en 2018.

Un manuscrito que publica la editorial Fuerte Letra, sostenido por los dos premios que recibieron sus otros libros, el premio de Poesía Tomás Morales del Cabildo de Gran Canaria en 2021 por ‘Cazadores de hadas’ y el Premio de Poesía Pedro García Cabrera en 2023 de Fundación CajaCanarias por ‘Maldita Gloria’.

Este poemario es, sin embargo, el más personal de todos, donde la grancanaria dejó sentimientos de «pérdida, dolor y mucha tristeza», y cuyos poemas coinciden con el momento en que empezó a dedicarse profesionalmente a escribir, un «momento raro», dice ella, «porque fue a partir de la muerte de mi madre».

«Fue un momento complicado en el que necesitaba buscar algo que me salvara y me salvó la poesía», explica.
Iniciada profesionalmente a los 52 de edad, Oliva es considerada una escritora tardía, y recuerda que el arte, que siempre le atrajo, no se lo planteó en su época como una opción de estudios.

Así que se diplomó en Turismo y trabajó en una agencia de viajes, hasta que decidió dejar de hacerlo para dedicarse a sus hijas.

«Fue una decisión muy importante porque yo no estaba preparada para dejar de trabajar, no me prepararon para eso, sino para ser una mujer independiente», explica.

«Pero decidí tomar esa decisión, hasta que de repente se fueron y se me quedó el nido vacío y a la vez mi madre se puso malita y estaba la cosa fastidiada, y de repente mis hijas volaron a Madrid y mi madre al cielo», agrega.

Fue entonces cuando decidió hacer talleres, ir a lugares donde se leía poesía, a conferencias «y empecé, metafóricamente, a correr», absorbiendo todo lo que podía de pintura y poesía, haciendo de estas dos disciplinas su trabajo.

Las ilustraciones, creadas con tinta china, así como la imagen de portada, son también obra de Gloria Oliva. EFE/Ángel Medina G.

«Me di cuenta de que me llenaba muchísimo, entretenía mis momentos de tristeza y empezaba a leer y me ocupaba de la vida de otros, no de la mía y así fui pasando el duelo y un día me presenté al Morales, lo gané y dije: ‘¿en serio?'», explica Oliva quien asegura que se siente recompensada.

«Me parece -explica- que para haber empezado tan tarde se me ha dado muchísimo».

‘Los adioses irremediables’ están acompañados además de ilustraciones de la propia autora -al igual que la portada-, una propuesta que vino de la editorial.

Oliva decidió entonces hacer en tinta china «unos dibujos vistos desde los ojos de un niño que aún tienen la capacidad de sorprenderse, donde volvía a ser una niña, cuando tenía aquello que perdí».

Con este poemario, Gloria Oliva ofrece al lector aquello que se ofrecería para ella misma y dice que «si lo leen y sienten un pequeño temblor en el corazón que diga, ‘por favor, esto me pasó a mí una vez’, yo con eso ya me doy por satisfecha».

La escritora grancanaria descargó sus sentimientos de pérdida, dolor y tristeza en el poemario, al que ahora, tras el paso del tiempo, ve como un homenaje.

Y es que, dice, «el ser humano no tiene la capacidad de estar viviendo constantemente en el dolor y la tristeza, entonces tienes que pasar página, pasar el duelo y dejarlo».

Pero, añade, «hay que dejar que sea el lector quien encuentre esos sentimientos, porque yo hablo de mi madre, pero cuántas madres hay que se han ido, cuántos abuelos, cuántas casas hemos tenido que cerrar y no volver nunca más a ellas, entonces el lector es donde encuentra aquí su vida también, no sólo la mía».

Y, a pesar de ser tan definitivo, escribe Gloria Oliva en el poemario que todavía le sorprende la bondad de un poema, y deja, a través de los últimos versos del libro, «la puerta abierta a una esperanza, que no sé si a lo mejor, no sé dónde, no sé cuándo, cabe la posibilidad de que no sea un adiós de los irremediables». EFE