Un empleado cierra el a las galerías durante una visita al viaje de agua del subsuelo de Fuente del Berro en Madrid. EFE/Sergio Pérez

El viaje de agua de la Fuente del Berro: María Luisa de Orleans sólo quería beber de allí

Marcel Guinot | Madrid (EFE).- Cuando el rey Felipe II trajo la corte a Madrid en 1561, la capital experimentó un crecimiento demográfico que implicó la necesidad imperante de abastecer de agua a los ciudadanos, y ahí comenzó el viaje de agua de la Fuente del Berro, el único lugar del que quería beber la reina María Luisa de Orleans.

Se trata de un conjunto de galerías excavadas en el subsuelo que recogen el agua que se filtra de la superficie y la conducen a todos los puntos de suministro de la ciudad a través de angostos pasadizos que mantienen la misma temperatura todo el año, unos 18 grados, debido a las condiciones geotérmicas.

La idea parte del Madrid islámico de los siglos IX y XI, cuando los árabes construyeron este tipo de galerías, conocidas como los antiguos ‘qanats’, que no eran galerías subterráneas sino canales a cielo abierto que empleaban la misma técnica: la filtración y conducción del agua.

Del Madrid islámico al siglo XVI

Un empleado cierra el  a las galerías durante una visita al viaje de agua del subsuelo de Fuente del Berro en Madrid. EFE/Sergio Pérez

El viaje de agua de la Fuente del Berro, que discurre desde la plaza de las Ventas hasta el «pirulí» de Torrespaña, tiene su origen en 1542, cuando el rey Carlos I encargó a un arquitecto la construcción de una fuente en la antigua Venta del Espíritu Santo, donde actualmente se encuentra la plaza de toros de Las Ventas.

Aquel lugar era un espacio de reposo para la gente que salía de Madrid a través del camino de Alcalá, a la que se les ofrecía comida y agua cuando llegaban sedientos y famélicos, y constituye el punto de partida de las galerías que hoy se conocen.

“Al construir la fuente, vieron que había mucha agua y construyeron todo el viaje de agua por el margen derecho de lo que entonces era el arroyo Abroñigal, que hoy es la actual M-30, para dar servicio a toda la zona”, cuenta a EFE Cecilia Briones, jefa del departamento de Recursos Hídricos del Ayuntamiento de Madrid.

Necesidad de recursos hídricos

La necesidad creciente de recursos hídricos se hizo imperiosa a partir de 1561, cuando el rey Felipe II trajo la corte a Madrid. La eclosión cultural y política de la capital llevó aparejada un aumento significativo de la población y, también, un problema de abastecimiento de agua que se resolvió con la extracción del agua subterránea a través de los viajes.

Desde entonces hasta finales del siglo XIX, los viajes de agua fueron la única forma de aprovisionar a una ciudad pujante y demográficamente creciente y constituyen un desconocido símbolo del pragmatismo capitalino, que resolvió así su gran problema logístico en este terreno: la falta de cauces de agua superficial lo suficientemente grandes para avituallar a la población.

Este método se siguió utilizando hasta el siglo XIX, ya que a partir de 1858 comenzó a llegar el agua a través del canal de Isabel II desde el valle del Lozoya.

El capricho de María Luisa de Orleans

Vista de una de las galerías durante una visita al viaje de agua del subsuelo de Fuente del Berro en Madrid. EFE/Sergio Pérez

Con el desarrollo de la zona, el agua del viaje de la Fuente del Berro se hizo tan conocida entre la nobleza madrileña que la reina María Luisa de Orleans, esposa de Carlos II, mandó construir un caño privado para beber exclusivamente el néctar del subsuelo.

De hecho, según explica Briones, la reina ordenó que le trajeran el agua a todas sus residencias oficiales, un capricho que se extendió desde 1686 y perduró después de su muerte hasta finales del siglo XVI, con la desamortización de Godoy.

Sin embargo, la realeza no se dio por vencida y mandó construir una caseta con una reja y con llave para que, dos veces por semana, los empleados de la Casa Real llevaran agua del viaje de la Fuente del Berro en frascas de vidrio.

En la actualidad, el agua se sigue filtrando por los estrechos caminos del viaje de la Fuente del Berro, que abastece al Ayuntamiento de Madrid para el riego del parque del mismo nombre.