de la Hermandad de la Sangre de Cristo recogen el cadáver de un fallecido en un suceso en Zaragoza. EFE/Javier Cebollada

La Sangre de Cristo, la hermandad de 8 siglos que recoge los cadáveres en Zaragoza

Marcos Díaz |

Zaragoza (EFE).- Son cerca de 800 años los que ya suma la hermandad de La Sangre de Cristo, una institución que podría considerarse como “la obra social más antigua del mundo” y que, desde al menos 1286, se encarga de recoger, por mandato judicial, los cadáveres de personas que han fallecido en Zaragoza por diversas causas.

“Es la obra social más antigua del mundo que, de forma ininterrumpida, sigue estando”, explica a EFE el historiador, periodista y responsable de comunicación de la hermandad, Nacho Navarro.

Su recorrido, de hecho, tiene orígenes inciertos y la primera noticia que se tiene de la Sangre de Cristo es de 1286, es decir, que ya atesora al menos 739 años de una historia que podría remontarse incluso a tiempos anteriores.

Perico Traid (i), cetro general de la Semana Santa 2025 de la Hermandad de la Sangre de Cristo, y un operario revisan el furgón que la cofradía utiliza para la recogida de cadáveres
Perico Traid (i), cetro general de la Semana Santa 2025 de la Hermandad de la Sangre de Cristo, y un operario revisan el furgón que la cofradía utiliza para la recogida de cadáveres. EFE/Javier Cebollada

Concretamente, a la pequeña hermandad conocida como La Penitencia de Jesús, dedicada a la recogida de cadáveres abandonados, que el papa Adriano II ordenó disolver en 1280 y que podría haberse refundado seis años después con La Sangre de Cristo.

Desde la Edad Media, el trabajo que realiza se mantiene en el presente sostenido por los 48 hermanos que la conforman en la actualidad, más dos aspirantes y cuatro empleados.

Formación específica

Todos ellos llevan a cabo un trabajo con protocolos bien definidos y para el que reciben formación específica de Bomberos o la Guardia Civil.

Porque el trabajo de La Sangre de Cristo, como explica el hermano y cetro general de la Semana Santa de Zaragoza de 2025, Perico Traid, comienza con una llamada del juzgado de guardia para que vayan a recoger un cadáver.

Los casos en los que interviene son varios: puede ser el escenario de un crimen, pero también cuando se produce un deceso en soledad, un suicidio o un accidente, entre otras circunstancias.

Una vez en el lugar, levantan el cadáver, lo precintan y lo trasladan hasta las instalaciones del Instituto de Medicina Legal de Aragón, haciéndose responsables de la trazabilidad y cadena de custodia que marca el procedimiento judicial. “Ahí acaba nuestra labor”, resume Traid.

 de la Hermandad de la Sangre de Cristo se preparan para recoger el cadáver de un fallecido en un suceso.
de la Hermandad de la Sangre de Cristo se preparan para recoger el cadáver de un fallecido en un suceso. EFE/Javier Cebollada

Este hermano, que forma parte de la Sangre de Cristo desde 1996, precisa que cerraron 2024 “en números redondos”, con 500 servicios registrados. Este año afirma que, “por desgracia”, el ritmo va por encima de la media, con cerca de 250 cadáveres recogidos antes de llegar a la mitad del año.

Los hermanos realizan una o dos semanas al año de servicio, en las que están 24 horas disponibles, acompañados por dos de los cuatro empleados, un camillero y un conductor, que realizan turnos semanales.

Su forma de trabajar actual deriva del protocolo de actuación suscrito en 2010 con el Gobierno de Aragón, después de que este organismo quisiera sacar a concurso el servicio de recogida de cadáveres, algo que encontró una fuerte respuesta popular.

“En una semana pudimos recoger 80.000 firmas”, indica Traid sobre esta movilización para que La Sangre de Cristo mantuviera su actividad. “Fue un dominó y nos quedamos tremendamente sorprendidos de la respuesta ciudadana”, concluye.

Momentos “duros”

La hermandad, con su casi milenario recorrido, ha sido testigo de sucesos históricos como la ejecución del Justicia de Aragón Juan de Lanuza, del que además custodian sus restos y, en época actual, del atentado de la Casa Cuartel o los incendios del hotel Corona de Aragón y de la discoteca Flying.

Más recientemente, Traid rememora momentos “muy duros” como los vividos durante la pandemia: “La velocidad de las defunciones era superior a nuestra capacidad de ejecución”, recuerda.

De esos días, no obstante, también destaca que “la gente se volcó”. Navarro puntualiza que, tras realizar un llamamiento en las redes, recibieron material de toda España para realizar su labor, como por ejemplo trajes de protección Nuclear, Biológica y Química (NBQ).

Si Traid entró en 1996, Navarro lo hizo en 2010 y se encontró con una dura historia personal nada más llegar: “A mi mejor amigo lo recogí yo cuando era aspirante, con 19 años”.

Un trabajador de la Hermandad de la Sangre de Cristo prepara los furgones que la cofradía utiliza para la recogida de cadáveres.
Un trabajador de la Hermandad de la Sangre de Cristo prepara los furgones que la cofradía utiliza para la recogida de cadáveres. EFE/Javier Cebollada

Fue debido a un accidente de tráfico y, a pesar de lo trágico de la situación, superar el trance ayudó a este hermano a convencerse de seguir en La Sangre de Cristo: “Es lo que me hizo decir, si lo has hecho, es porque tienes que estar”, afirma.

Para realizar este trabajo no vale cualquiera y los de la hermandad saben enfrentarse a situaciones complicadas, como el escenario de un crimen. Sin embargo, hay casos que también marcan.

Desde el punto de vista de Traid, lo más difícil tiene que ver con los niños: “Por desgracia me ha tocado recoger a algunos y es una cosa que se te queda grabada y que no se olvida nunca”, destaca.

Otra de las cuestiones más crudas que este hermano observa es “cómo vive y cómo muere la gente”, en condiciones en ocasiones deplorables. “Te hace pensar que a esta sociedad habría que darle una vuelta”, reflexiona.

Un antiguo sistema aragonés: la fabeación

La Sangre de Cristo, como marcan sus estatutos, no puede superar los cincuenta y el proceso para entrar a formar parte también hunde sus raíces en la tradición.

Concretamente, todo aspirante debe contar con el aval de los hermanos y pasar un periodo de prueba de mínimo seis meses, en el que habrá de hacer dos semanas de servicio con uno de los de la hermandad.

Tras ello, los hermanos votarán siguiendo el sistema de fabeación, un antiguo método aragonés que utiliza bolas negras y blancas -en su origen, habas de esos colores- para mostrar su posición a favor o en contra de que entre el aspirante.

Este antiquísimo sistema de votación es uno de los rasgos que muestran la longeva historia de la hermandad, que también es la cofradía más antigua de Zaragoza y una de las más longevas de España.

En su extenso recorrido, originalmente se encontraban en el antiguo convento de San Francisco, ubicado en lo que ahora es la Diputación de Zaragoza, y tras pasar por otros emplazamientos como la basílica del Pilar ya en 1813 se quedaron en su ubicación actual, la iglesia de San Cayetano.

Alma de la Semana Santa de Zaragoza

Este templo es el centro neurálgico de la Semana Santa de Zaragoza y es La Sangre de Cristo la que se encarga, tres semanas antes y tres semanas después de esta festividad, de controlar una iglesia que aglutina a miles de cofrades durante esos días.

También es la hermandad la titular de la procesión más importante de la ciudad, la del Santo Entierro, en la que invitan a participar al resto de las cofradías de la capital aragonesa.

El furgón de la Hermandad de la Sangre de Cristo recoge el cadáver de un fallecido en un suceso.
El furgón de la Hermandad de la Sangre de Cristo recoge el cadáver de un fallecido en un suceso. EFE/Javier Cebollada

“El Santo Entierro es la procesión de la ciudad de Zaragoza”, recalca Navarro, quien también recuerda que en la capital aragonesa la Semana Santa era muy distinta en tiempos pasados, cuando apenas procesionaban también la cofradía de Jesús Nazareno y las Esclavas de María.

En definitiva, La Sangre de Cristo es historia viva de la capital aragonesa; una institución adaptada a los tiempos actuales, pero que se mantiene fiel a sus orígenes y a su razón de ser.