Bruselas (EuroEFE).- La Comisión Europea lanzó este miércoles el debate sobre el futuro presupuesto de la Unión Europea (UE) a largo plazo, un proyecto con el que el bloque tendrá que encontrar una «cuadratura del círculo» para dar cobijo a las ingentes inversiones que quiere acometer en unas cuentas que siempre son fuente de división entre los socios.
Aunque el borrador presupuestario no llegará hasta julio de este año, Bruselas ha abierto la puerta a la reflexión sobre el próximo marco financiero plurianual (MFP) en un documento en el que la institución esboza las líneas principales de una profunda reforma que tratará de simplificar y flexibilizar el presupuesto.
Pero el texto comienza explicando los principales desafíos que tendrá que afrontar el presupuesto que en principio cubrirá el periodo 2028-2034, entre ellos revivir la competitividad económica, aumentar el gasto en defensa, acelerar la descarbonización de la industria y cumplir los objetivos climáticos, afrontar los fenómenos migratorios o atajar la desigualdad regional.
A todo ello se suma el hecho de que la UE comenzará a pagar a partir de 2028 la deuda emitida para financiar el fondo de recuperación, cuyo coste se estima en hasta 30.000 millones de euros al año.
The 🇪🇺 budget benefits all Europeans.
— European Commission (@EU_Commission) February 12, 2025
Europeans should have a say in it.
Today, we set the road to the next long-term budget starting in 2028.
As new challenges and expectations emerge, we must make it fit for the future.
Let's do it together ↓ #haveyoursay
Doble batalla campal
Los retos y prioridades, por tanto, son múltiples y complejos, y en el proceso será imposible evitar una «batalla campal», como lo describe un alto funcionario europeo, tanto interna en la Comisión Europea (para preparar el borrador) como después entre unos Estados que siempre han encarado divididos estas negociaciones.
Los llamados ‘halcones’, liderados por Alemania, Países Bajos, Austria o los nórdicos, han rechazado históricamente cualquier aumento del presupuesto, aunque Dinamarca y Finlandia se han mostrado recientemente favorables a incrementar el gasto conjunto en defensa incluso con emisiones de deuda común.
A la espera del nuevo gobierno alemán que saldrá de las elecciones del próximo 23 de febrero, los Estados empiezan a mostrar sus cartas y en esa lógica se inscribe el documento desvelado recientemente por España en el que el Gobierno aboga por duplicar el tamaño del MFP.
El marco actual para el periodo 2021-2027 oscila en torno a un 1 % de la renta nacional brutal de la UE (RNB) (aproximadamente un billón de euros) y la propuesta española supondría elevar esta cifra hasta el 2 %, una meta bastante complicada en unas negociaciones en las que se pelea cada décima adicional de gasto.
Sin embargo, el escenario global y la pelea para no perder la carrera económica obliga a los Estados , como mínimo, a reflexionar sobre sus prioridades y la forma de financiarlas, ya sea a través de mayores contribuciones de los socios, nuevos ingresos propios de la UE o incluso nuevas emisiones de deuda.

«Hay que elegir»
«Europa tiene que buscar la cuadratura del círculo. No puede haber un presupuesto listo para nuestras ambiciones y que garantice el pago (de la deuda) del Next Generation EU y, al mismo tiempo, las mismas contribuciones nacionales sin introducir nuevos recursos propios. Hay que elegir», advierte la Comisión Europea.
El debate sobre la financiación del presupuesto será el núcleo de las negociaciones y corresponderá principalmente a los jefes de Estado y de Gobierno, pero Bruselas aprovecha el documento desvelado este miércoles para aterrizar sus principales ideas para simplificar, agilizar y flexibilizar las futuras cuentas.
Así, los principales objetivos serán acabar con «rigideces» y reducir el número de programas (actualmente hay más de 50). Para ello, se agruparán en planes nacionales de reformas e inversiones a través de los cuales los países absorberán, por ejemplo, los fondos agrícolas y regionales, que juntos representan dos tercios del presupuesto.
El MFP imitaría entonces el funcionamiento del fondo de recuperación, según el cual los pagos están condicionados a una serie de compromisos, y se completaría con el nuevo Fondo Europeo de Competitividad, cuya función principal será invertir en «sectores y tecnologías críticos».
El comisario de Presupuestos, Piotr Serafin, que informa directamente a la jefa del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, sin vicepresidentes como intermediarios, iniciará ahora una gira por las capitales para recoger sus sensibilidades y preparar la propuesta definitiva, que desvelará en verano.