Pamplona (EFE).- Uno de los momentos «más importantes y emotivos» de los Sanfermines se vive en los instantes previos al encierro, cuando Mariví Esparza, junto a su hija, coloca la imagen de santo en la hornacina, un hecho que le ha convertido en «imprescindible» y que ha sido reconocido con el noveno Pañuelo de Pamplona.
La homenajeada, junto con su hija Goizargi, mantiene la tradición que inició su marido Andoni Barba de guardar y colocar la imagen de San Fermín en la hornacina.
Esta costumbre se remonta a 1978 cuando cuatro mozos de las peñas de Pamplona, entre ellos Andoni Barba Pardo, se encargaron de comprar una nueva estatua de San Fermín y de confeccionar un con el escudo de cada peña, que rodeara al santo.
La figura la sacaban desde el Hospital Militar de la cuesta de Santo Domingo pero en 1981, con el edificio ya en malas condiciones, se decidió crear la actual hornacina como zona permanente para ubicar una imagen de San Fermín.
Durante todas las mañanas de San Fermín, su marido se encargaba de poner la figura del santo en la hornacina. En esa época, ella era quien quitaba la imagen. Desde que falleció su marido, ella y su hija se encargan de colocar al santo ante la atenta mirada de los corredores y después del encierro, se encargan también de llevar la figura a la Casa Consistorial donde descansa del 7 al 14 de julio.
Por ello, por ser “una mujer imprescindible en uno de los momentos más importantes y emotivos de las fiestas de San Fermín”, el Ayuntamiento le ha entregado el Pañuelo de Pamplona – Iruñeko Zapia, una distinción honorífica que tiene por objeto premiar a las personas, físicas o jurídicas, y entidades que, por razón de su labor diaria, trayectoria personal o profesional, hayan contribuido de forma activa y notoria a la consolidación de la proyección de la ciudad de Pamplona.
Más que un reconocimiento, un agradecimiento
El alcalde de Pamplona, Joseba Asiron, le ha colocado el pañuelo rojo con el escudo de la ciudad bordado y le ha entregado la escultura de pequeño formato de la alegoría de la Unión de los Burgos realizada por el escultor navarro Mikel Okiñena, que conforman el reconocimiento.
Acompañada, además de por su hija, por otros familiares y amigos, Mariví Esparza ha recibido un reconocimiento, en palabras del alcalde, por su trabajo, cariño y entrega. «Sabemos que este pañuelo rojo que hoy te colocamos es más que un símbolo; es un agradecimiento de toda la ciudad por tantos años de dedicación”, le ha dicho.
Esta entrega cierra los actos programados para la conmemoración del 601 aniversario del Privilegio de la Unión.
En su primera edición, se reconoció a Paulina Fernández, propietaria de la Churrería La Mañueta. Al año siguiente, recayó en el periodista Javier Pagola y en 2018 lo recibieron Elisa Sesma, Pablo Sánchez-Valverde y Mari Cruz Landa, por su trayectoria profesional ligada al Centro de Información y Planificación Sexual, Andraize.
En 2019 lo recibió el exárbitro internacional Alberto Undiano Mallenco y en 2020, año de la pandemia, se premió al Colegio Oficial de Médicos y al Colegio Oficial de Enfermería, representados por Vicente Estremera y Belén Izcue.
En 2021, el reconocimiento fue para el historiador Juan José Martinena y en 2020 para Mai Garde y Oier Sanjurjo, capitana y capitán por aquel entonces de los primeros equipos femenino y masculino del C. A. Osasuna. El año pasado recibió esta distinción el Pacto por la Persona Mayor de San Juan / Donibane.