Pamplona (EFE).- La ‘Ruta de la Luz’ ha velado por segundo año consecutivo, de manera altruista, por la salud visual de los internos del Centro Penitenciario Pamplona I, que de esta forma podrán realizar en mejores condiciones sus actividades diarias como asistir a las clases o ver la televisión.
Como ya sucediera en 2023, han informado los organizadores de esta iniciativa en un comunicado, las revisiones visuales a los reclusos se han llevado a cabo a continuación de las que se habían practicado a personas en situación de vulnerabilidad de la mano del Hospital San Juan de Dios.
Labor altruista de ópticos-optometristas y voluntarios
En 2024, la acción ha sido más sencilla, puesto que los ópticos voluntarios ya conocían perfectamente la mecánica de la convocatoria. Previamente, en el centro penitenciario, se había hecho un triaje, para seleccionar aquellas personas que, a priori, podían tener problemas de visión sin corregir.
Cuatro ópticos-optometristas y voluntarios de la Fundación Cione Ruta de la Luz (Loreto Mendiluce, Beatriz Fernández, Toñy Ariza, Elena Garbayo y Pedro Duc), todos ellos de CO Pedro Duc, se desplazaron al Centro Penitenciario Pamplona I.
También contaron con el apoyo en su labor de trabajadores del centro penitenciario, profesora y subdirectora, que, como los profesionales de la salud visual, hicieron su labor de manera altruista.
En esta ocasión se revisó la vista de 91 reclusos, entre hombres y mujeres, en la sala de enfermería del centro. “Hay mucha necesidad en la cárcel. También hay niveles, y gente con más y menos poder adquisitivo”, ha explicado Pedro Duc, uno de los ópticos voluntarios.
Gafas para ver el fútbol en la tele
El óptico se sigue sorprendiendo cuando vuelve a la prisión: “Lo que allí te encuentras son personas normales, la mayoría muy solas, incluso algunas a las que nadie va a visitar y a las que nadie espera fuera. Cualquiera, si da un mal paso, o tiene mala suerte, puede acabar allí”.
Con tantas horas de celda, y con la vista concentrada entre cuatro paredes, la salud visual de los reclusos se resiente. No hay mucho que hacer durante el día, por lo que uno de los ayudantes de la acción, un preso de confianza, les agradeció que hubieran acudido a la cárcel, «porque eso le permitía salir de su celda y hablar con personas del exterior”.
Se han dado también casos entrañables, como el de un hombre de mediana edad que, sin tener una graduación excesiva, no veía bien de lejos. “Cuando le pusimos las gafas de prueba, le salió, de forma espontánea, una sonrisa de oreja a oreja. Nos decía que ahora, con sus gafas nuevas, cuando las tenga, iba a poder ver la tele y el fútbol, que le encanta. Hasta ahora, le costaba mucho distinguir a los jugadores”, señala Duc.
Una segunda oportunidad
Esta iniciativa visual partió en 2023 de Mary Ainzúa, profesora que trabaja en la cárcel, formando a los presos y procurándoles así nuevas oportunidades a su salida del Centro, y del propio Pedro Duc, socio y voluntario de la Fundación Cione Ruta de la Luz, que compartió con ella algunas experiencias de la ruta en proyectos nacionales e internacionales el año pasado.
Ainzúa comentó entonces que algunos de sus alumnos no podían seguir las clases, porque no tenían gafas, ni a ellas.
“Compartí esta inquietud con Cristina López-Mora, gerente de la Fundación Cione Ruta de la Luz. Le pareció un proyecto precioso, que cumplía perfectamente con los objetivos de acercar la salud visual a personas que la necesitan, y lo pusimos en marcha”, recuerda Duc.
Como en todas las acciones de la ‘Ruta de la Luz’, las 60 personas revisadas que necesitaron ayuda visual recibirán sus gafas nuevas, con las monturas que eligieron, en unos días.
Unas gafas que en pocas ocasiones tendrán mayor utilidad, puesto que muchos de ellas van a servir a los presos para ayudarles a reciclarse en sus clases, y tener con ello una segunda oportunidad cuando salgan del centro penitenciario.