BARAKALDO (BIZKAIA). La hija de Fernando Buesa asesinado por ETA en el año 2000, Sara Buesa (1d), el ex concejal de Oiartzun, Joxe Mari Mitxelena (2d), y la miembro de Gesto por la Paz, Itziar Aspuru (3d) y escolares de Secundaria en el encuentro que el Gobierno Vasco y Gogora han organizado entre alumnos de ESO y Bachiller y víctimas del terrorismo para reflexionar sobre el período de atentados que abrió ETA contra al sociedad civil a raíz de que la izquierda abertzale aprobara la ponencia 'Oldartzen', que proponía la 'socialización del sufrimiento'. EFE/Javier Zorrilla

Golpe de realidad para los adolescentes al conocer la intimidación de ETA en los 90

Barakaldo (Bizkaia) (EFE).- Los adolescentes reconocen que para ellos ha supuesto un «golpe de realidad» conocer cómo se vivía en Euskadi el terrorismo y la intimidación de ETA en la década de los años 90, cuando la izquierda abertzale puso en marcha la ‘socialización del sufrimiento’.

El Instituto de la Memoria, Convivencia y Derechos Humanos-Gogora ha celebrado en el BEC de Barakaldo un encuentro entre víctimas del terrorismo y más de cuatrocientos estudiantes de Secundaria, que ya había trabajado en sus centros la unidad pedagógica sobre vulneraciones de derechos humanos en Euskadi.

La socialización del sufrimiento de ETA

En los años 90 ETA y la izquierda abertzale pusieron en marcha la estrategia de la ‘socialización del sufrimiento’ y fijaron como objetivo de sus atentados no solo a las fuerzas policiales y el Ejército, sino también a políticos de cualquier nivel, jueces, periodistas o empresarios, que se complementaba con campañas de difamación e intimidación en sus lugares de residencia o trabajo.

Entre el asesinato del dirigente del PP vasco y concejal Gregorio Ordóñez en 1995 y el cese del terrorismo en 2011, ETA asesinó a 20 políticos, 16 de ellos concejales, la mayoría del PP (11), más de 500 fueron perseguidos y amenazados y más de 3.000 personas tuvieron que vivir escoltadas en Euskadi.


En la jornada de este jueves se ha celebrado un coloquio de tres estudiantes con Sara Buesa, hija del político socialista asesinado por ETA Fernando Buesa; el exconcejal de Oiartzun por Eusko Alkartasuna (EA) Joxemari Mitxelena y la integrante de Gesto por la Paz Itziar Aspuru.

El relato de las víctimas de ETA

Sus relatos vivenciales han supuesto «un golpe de realidad», según ha dicho una de las estudiantes participantes en el acto, mientras que su compañero ha agradecido conocer «todo lo que no se cuenta y saber que sin haber hecho nada malo, de repente te conviertes en amenazado».

Los estudiantes han hecho hincapié en el sufrimiento de las familias de los amenazados, que le da una «dimensión mayor» que la que ya tienen de por sí los asesinatos de ETA.

La hija de Fernando Buesa, asesinado por ETA en el año 2000, Sara Buesa (1d), el ex concejal de Oiartzun, Joxe Mari Mitxelena (c), y la miembro de Gesto por la Paz, Itziar Aspuru (3d), intervienen ante alumnos de ESO y Bachiller y víctimas del terrorismo para reflexionar sobre el período de atentados que abrió ETA contra al sociedad civil a raíz de que la izquierda abertzale aprobara la ponencia ‘Oldartzen’, que proponía la ‘socialización del sufrimiento’. EFE/Javier Zorrilla

Sara Buesa ha contado que su padre ya estaba «señalado» años antes (había sido consejero vasco de Educación, diputado general de Álava y vicelehendakari y su nombre estaba incluido en una lista de objetivos del comando Araba), pero que tuvo una infancia «feliz» gracias a la «burbuja» que creó su familia y pensar que «eso -los atentados- les pasaba a otros», no a su padre.

El «cultivo social» de ETA

Ha recordado el «cultivo social» que tenía el apoyo a ETA: «eran los ‘populares’ en el instituto y en los conciertos se jaleaba a ETA».
En el mismo sentido se ha expresado Itziar Aspuru al rememorar que mucha gente no participaba en sus concentraciones porque suponía significarse y «te podían expulsar de tu comunidad o tribu».

«Existía una tendencia generalizada a no decir nada contrario (a ETA) en un bar, era heavy ese miedo con minúsculas, el miedo con mayúsculas era el de los amenazados», ha dicho la integrante de Gesto.

La consejera de Justicia y Derechos Humanos María Jesús San José, la hija de Fernando Buesa asesinado por ETA en el año 2000, Sara Buesa (d), la miembro de Gesto por la Paz, Itziar Aspuru (3d), y el ex concejal de Oiartzun, Joxe Mari Mitxelena (2d), en el encuentro que el Gobierno Vasco y Gogora han organizado con alumnos de ESO y Bachiller. EFE/Javier Zorrilla

Buesa y Aspuru han coincidido en que esa situación de «película de terror» no impedía que en Euskadi la gran mayoría de la población viviera «normal» con sus problemas y alegrías diarias, «sin enterarse de nada».

Joxemari Mitxelena, que ahora es el presidente de la Federación Vasca de Pelota y ha sido candidato de EH Bildu a las Juntas de Gipuzkaoa, ha mostrado uno de los pasquines amenazantes que se pusieron contra él en Oiartzun.

Ha relatado que dimitió como concejal y abandonó su pueblo cuando le colgaron un gato negro en su puerta. «Soy el único que vive de los que le han puesto un gato negro» en Oiartzun, ha dicho.

«Marcador a cero»

Mitxelena ha comentado que se empezó a «torcer» toda su vida cuando organizó una concentración de condena por la muerte del niño Fabio Moreno en un atentado contra el coche de su padre, agente de la Policía Nacional, en Erandio (Bizkaia).

Los insultos de los simpatizantes de la izquierda abertzale «eran el día a día, lo pasábamos fatal», y en el pleno en el que presentó una moción para condenar el asesinato de Gregorio Ordóñez (fueron compañeros en la escuela, así como el jefe de ETA (pm) José Ignacio Mujika Arregi), un conocido le gritó «tú vas a ser el siguiente».

Sin embargo, tras el cese de ETA, de la izquierda abertzale le propusieron «poner el marcador a cero». «Lo hicimos y ahora estoy en la coalición (Bildu) con los que antes me amenazaban», ha añadido.

En la apertura del acto, la consejera de Justicia y Derechos Humanos, María Jesús San José, ha señalado que estos ejercicios de «reflexión y empatía» son necesarios para que «cale en los más jóvenes la importancia del respeto a los principios de los derechos humanos y la democracia» y se construya una «memoria crítica deslegitimadora de la vulneración de los derechos humanos por fines políticos».